Yo, el gato

Soseki sigue siendo uno de los autores más apreciados en Japón, y cada vez más en Occidente, por la belleza de su estilo, su amenidad, fluidez y, sobre todo, por su lirismo. Su pensamiento crítico y elaborado resulta convincente. El felino protagonista es complejo: aunque es un gato, posee un conocimiento del significado de la compasión, es sensible a los afectos a la ternura u al amor; en lo referente a la sagacidad, no cree que haya en todo Japón ningún gato tan dotado como él. Este felino psicólogo y sabio es también una especie de espía observador de la realidad, en realidad, en especial de la realidad humana.