La huida

Lía, una hembra de bichón maltés, codifica sus ladridos en un lenguaje comprensible para la mente de Rubén, un humano de cuarenta y tres años. Ambos deciden abandonar la casa materna por primera vez para conocer el mundo que les rodea. Y Lía, unas veces sarcástica y otras algo más seria, irá moldeando el comportamiento inmaduro de Rubén. El esplendor de unas moras rojas que producen senofonia una alcaldesa y un alcalde unidos por la distancia y el objetivo de perpetuarse una casquivana celosa de sus atributos un Gólgota robándole al silencio un grito de ansiedad para vivir solamente un día más Fátima y Manuel serenando la tortura del día a día, escuchando el ruido antes de la caída la mejor manera de meter la pata en el hostal del erotismo Jesús y Maruxa, amigos inolvidables para unos cuantos años la última cena con guardadores de los secretos más celosamente guardados la maña, poco pródiga en abrazos Pero Lía, siempre Lía, protectora.