El gato que venía del cielo | Takashi Hiraide

Un visitante que no promete quedarse altera una casa y el pulso de quienes la habitan. Un gato atraviesa el jardín y el tiempo cambia de ritmo. En una vivienda alquilada en las afueras de Tokio, una pareja sin hijos comparte rutinas discretas él corrige manuscritos como editor ella cuida un acuario y observa el patio. En el conjunto de casas no se admiten mascotas, y el vecindario se rige por reglas que ordenan el silencio y los límites. Sus días transcurren en pequeños gestos, calendarios de estación y confidencias a media voz. Hasta que aparece Chibi, el gato de la casa vecina. Primero merodea el borde del césped, luego roza el umbral, y poco a poco traza un camino propio entre el exterior y la sala. Chibi no pertenece a nadie. Llega, descansa, se marcha rehúye cualquier intento de posesión. En esa libertad se abre el verdadero conflicto aprender a recibir sin retener, a cuidar sin nombrar dueño, mientras el barrio cambia, el contrato de la casa pesa y el futuro laboral en el mundo editorial se mueve. La presencia del gato reorganiza horarios, conversaciones y miradas convierte el jardín en un mapa y las estaciones en un relato. La llegada de Chibi es un destello que obliga a medir el apego y el desapego, a aceptar la fugacidad de ciertos encuentros. Con una prosa atenta a lo mínimo y ecos autobiográficos, la narración explora la belleza en lo cotidiano, el cambio y el duelo. Entre los años ochenta y noventa, en un Tokio de patios contiguos y paredes delgadas, la pareja descubre que los vínculos también pueden existir en tránsito. ¿Qué permanece cuando aquello que ilumina los días no nos pertenece y quizá no pueda quedarse?