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Juan Ramón Jiménez como interrogante
Juan Ramón Jiménez como interrogante

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Juan Ramón Jiménez como interrogante

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SKU 9049963

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EAN 9788499860176

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Este trabajo revela cómo pudo el joven Juan Ramón descubrir, entre moniciones y endosferas, la poesía, el sentimiento latente; quiénes pudieron asomarle, en su afán emotivo, a esa vía láctea compendio de las artes, incluso a la azotea de la cosa pública, la prosa del enjambre; e intenta comprender porqué -metafísica del paisaje niño- trasciende al préstamo sin abandonar el romancero natal, pues todo empeño del intelecto conserva, aparentemente novedoso, el sedimento que lo alumbró. Ahí, también, más allá de una dimensión de hombre con raíces, la huella de sus maestros. La poesía de Juan Ramón es poesía del pueblo. Como el cante del pueblo, nace de él, se diluye en él, pero no es el pueblo sino su alma, el «arte popular minoritario» de Molina y Mairena, sirviéndole el krausismo, en tanto dialecto vertido al lenguaje del Universo, para construir su edificio poético, que parece natural, espontáneo, acabado --a fuerza de precisión maniática, depurativa-- como una sentencia flamenca no alterada por la literatura. Juan Ramón no es, exclusivamente, un esteticista, un lírico «a la violeta», no dice ser algo que no es, no aparenta. Se sitúa en un estadio intermedio entre la integración, la no crítica al sistema como praxis de vida, y el inconformismo, la crítica contestataria. No se opone o enfrenta, abiertamente, al poder. En ese 'hacer lo que se pueda' radica un síntoma de vaguedad, de conformismo, sabedor que tampoco pudo defender a ultranza a la república comoente complejo, sino a la democracia (que da poder al pueblo para elegir su destino), el sistema de la legitimidad, y, mucho más aún, a ciertos republicanos cuyas trayectorias personales conocía, de los que admiraba sus ideales, sin contaminar o con leve erosión. Está incomodado por la frustración, pero su sentido moral evita que se corrompa, incluso que hostilice al sistema con salidas de tono. Como el Rousseau de _El contrato social_, parece pensar que el hombre no debe ser libre por lo que obtiene gracias a su libertad, sino que se es hombre cuando, en verdad, se es libre.
  • año2012
  • formato
  • formato digital
  • género literario
  • idiomaspa
  • isbn9788499860176
  • no de páginas98
  • sinopsisEste trabajo revela cómo pudo el joven Juan Ramón descubrir, entre moniciones y endosferas, la poesía, el sentimiento latente; quiénes pudieron asomarle, en su afán emotivo, a esa vía láctea compendio de las artes, incluso a la azotea de la cosa pública, la prosa del enjambre; e intenta comprender porqué -metafísica del paisaje niño- trasciende al préstamo sin abandonar el romancero natal, pues todo empeño del intelecto conserva, aparentemente novedoso, el sedimento que lo alumbró. Ahí, también, más allá de una dimensión de hombre con raíces, la huella de sus maestros. La poesía de Juan Ramón es poesía del pueblo. Como el cante del pueblo, nace de él, se diluye en él, pero no es el pueblo sino su alma, el «arte popular minoritario» de Molina y Mairena, sirviéndole el krausismo, en tanto dialecto vertido al lenguaje del Universo, para construir su edificio poético, que parece natural, espontáneo, acabado --a fuerza de precisión maniática, depurativa-- como una sentencia flamenca no alterada por la literatura. Juan Ramón no es, exclusivamente, un esteticista, un lírico «a la violeta», no dice ser algo que no es, no aparenta. Se sitúa en un estadio intermedio entre la integración, la no crítica al sistema como praxis de vida, y el inconformismo, la crítica contestataria. No se opone o enfrenta, abiertamente, al poder. En ese 'hacer lo que se pueda' radica un síntoma de vaguedad, de conformismo, sabedor que tampoco pudo defender a ultranza a la república comoente complejo, sino a la democracia (que da poder al pueblo para elegir su destino), el sistema de la legitimidad, y, mucho más aún, a ciertos republicanos cuyas trayectorias personales conocía, de los que admiraba sus ideales, sin contaminar o con leve erosión. Está incomodado por la frustración, pero su sentido moral evita que se corrompa, incluso que hostilice al sistema con salidas de tono. Como el Rousseau de _El contrato social_, parece pensar que el hombre no debe ser libre por lo que obtiene gracias a su libertad, sino que se es hombre cuando, en verdad, se es libre.
  • tipo contenido
  • tipo libroElectrónico

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