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Me cayó el veinte. Revista de psicoanálisis no. 9
Autor: RODOLFO MARCOS-TURNBULL, Marcos-Turnbull Rodolfo, Ayala Juana Inés, Mejía Reiss Pola
Editorial: ME CAYÓ EL VEINTE
ISBN: 3898954810496
Sinopsis
En el marco del intercambio continuo que me cayó el veinte sostiene con sus colaboradores, Marie-Claude Thomas, de quien publicamos un texto en este número, nos hacía ver la dificultad que existe en psicoanálisis para hablar de la muerte. George-Henri Melenotte, por su parte, nos...
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- Sinopsis
En el marco del intercambio continuo que me cayó el veinte sostiene con sus colaboradores, Marie-Claude Thomas, de quien publicamos un texto en este número, nos hacía ver la dificultad que existe en psicoanálisis para hablar de la muerte. George-Henri Melenotte, por su parte, nos dice en el ensayo que abre esta entrega Y si ella se presta al silencio no siempre, de hecho es porque no hay nada que decir al respecto. Parece que solamente se lo puede hacer tangencialmente o recurriendo, para enorme decepción del lector, a clichés y fórmulas más o menos banales. Los poetas pueden hacerlo de mucho mejor manera, entre otras cosas porque de lo que se trataría para ellos sería de la transmisión de una especie de experiencia anticipada que habrían podido ¿vivir? a través de aquella otra experiencia íntima, solitaria, arrebatadora, y a veces brutal que es la pérdida del amor o, ¿podríamos decir mejor?, del objeto amado. La cosa se complica aún más cuando ese objeto es el analista. ¿Qué poeta para hablar de ello? Y, entonces, o se da la palabra al analizante que sufrió esa pérdida (lo que no es fácil, dado que algo habría quedado en suspenso) o se intenta, simplemente, abrir la cuestión y empezar a hablar de eso. Quedan, así, dos recursos atenernos a los poetas (después de todo Lacan escribió su soneto Hiatus irrationalis Mais, sitôt que tout verbe a péri dans ma gorge
Pero, apenas muere el verbo en mi garganta
), y hacer ciertas reflexiones que, en nuestro ámbito, el del psicoanálisis, se pueden abordar tratando, simplemente, de iniciarlas. Jean Allouch, en su Erótica del duelo en el tiempo de la muerte seca dio ya un primer paso al replantear el problema del duelo, pero no pudo evitar, para que la transmisión fuera posible, acudir a su propia experiencia, las páginas grises de dicho estudio, que lo ponían del lado del poeta. La verdad del poeta dice Oscar Wilde, para apuntar a aquella que se sustrae al dato histórico o a la verificación comprobable del suceso. Por todo esto, hemos decidido hacer este número aceptando el doble reto que nos impone hablar de la muerte del psicoanalista y darle la palabra al poeta. En relación con lo primero, publicamos aquí algunos de los trabajos que se presentaron en el coloquio Mort du psychanalyste, fin danalyse, organizado por la école lacanienne de psychanalyse en París, Francia, el 14 y 15 de junio de 2003, además de otros que resultaron pertinentes. Y en relación con lo otro (darle la palabra al poeta), hemos adquirido los derechos para publicar tres textos del poeta inglés D.H. Lawrence sobre una cuestión que se entremezcla con la de la muerte, quizás jamás abordada hasta que él lo hizo a principios del siglo veinte la resurrección si Cristo hubiera regresado a la tierra en vez de ascender a los cielos, ¿qué habría pasado?, ¿qué habría pensado? Uno de esos pensamientos nos dio la pauta para titular este número. Los escritos que en esta ocasión publicamos en TEXTOS DE me cayó el veinte, son El hombre que murió, Resurrección y El Señor Resucitado en excelente traducción y presentación de Antonio Montes de Oca T. En el cuerpo central de la revista el lector encontrará, de George-Henri Melenotte La muerte inacabada del psicoanalista. Ensayo crítico en el que el autor diferencia el fin de análisis de la muerte del psicoanalista
siempre sin acabar. Hace un seguimiento, en Lacan, del analista como muerto versus haciendo el juego del muerto. Ubica los cuatro elementos de la partida el analista, la muerte, el analizante y su objeto de amor. El asunto se juega en torno al saber, nos dice. El analista da cuerpo al residuo de esta cosa sabida
es a unos despojos a los que el analista da cuerpo. Gloria Leff comparte con nosotros en Acquaintance with Death, su lectura del testimonio de la psicoanalista inglesa Margaret Little, cuya vida y obra estuvieron marcadas por la enfermedad y muerte de dos de sus analistas Ella Freeman Sharpe y Donald Woods Winnicott. Nos introduce a dicho testimonio enfrentándonos con la pregunta no dilucidada acerca de qué pasa con el(la) analizante confrontado(a) de pronto con la muerte súbita o anunciada de quien ocupaba para él(ella) el lugar de psicoanalista. Marie-Claude Thomas nos depara algunas sorpresas desde la no-relación que el sexo encarna (Lacan), y desde el Finnegans Wake de James Joyce, nos interpela con una pregunta ¿qué es lo que muere en eternidad para inscribirse en verdad? Estamos, nos dice, en el triángulo semiótico de Peirce, y en el ground, se trata en efecto del cuerpo el fin de una cura se hace con lo continuo, ¿lo innombrable? Que nada garantice la sesión próxima es el equivalente exacto de una apuesta sobre el porvenir, apuesta de donde es medido pasadopresente, una temporalidad que no está más ligada a la espacialización. El tiempo que la ciencia moderna ignora. Y a propósito de apuestas, Raquel Capurro titula su trabajo La tirada de dados jamás abolirá el azar, en el que establece la mu
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